16.4.13

Hola


He intentado tantas veces escribir sobre ti  y lo cierto es que me cuesta bastante. 
En mi mente te he escrito una y mil veces. En todas has sonado lindo. En todos los escritos de ti que tengo en mi, jamás podrán ser escritos como verdaderamente los siento. 

No sabes las ganas que siempre tengo de ti. Quisiera estar por siempre acurrucada en tus brazos fuertes - que aunque no quiera admitir- saben como tocarme.
Sabes tanto de mi. Sabes mas incluso de lo que yo realmente sé. Sabes siempre como sacarme una sonrisa, matarme a carcajadas, hacerme sentir como una niña consentida a la que siempre dices que si.

Me encanta que siempre me des la razón aunque sé -y tu también- que no la tengo. Me carga que me hagas decidir, solo por molestarme porque sabes que me carga decidir todo y nada.
Amo tanto el hecho de decirte que no y siempre terminemos haciendo lo contrario. Has hecho de mi alguien a quien no conocía. Tenía atisbos de mi, pequeñas impresiones, pero tu me has hecho conocerme, reconocerme.

Me gustan tus labios sobre los míos, la sinceridad de tus besos y el calor de tus abrazos. Tus ojos que miran mi nariz cuando me aprietas y me hacen subir mas allá del olimpo. Me gustan tus manos que se acoplan con las mías y tu lengua helada  que sube por mi cuello hasta descansar y respirar en mi oído.
Me cae tan bien saborear tu lengua multisabor y que se enrede entre mi pelo. Me gusta que hablemos entre besos y terminemos con filosofías que solo a nosotros nos importa pasar por alto, para seguir acariciando tu pecho -que aunque no lo creas, es aun mas suave que el mio-.

¿Sabes qué más me gusta? Llegar a mi casa y que me duela todo. Me gusta tanto, porque me hace recordar el camino que han recorrido tus manos a través de mi carretera. 
Es tan bonito mirar a la nada y ponerme a reír cuando pienso en ti o en alguna de las imbecilidades que dices  y que alguien me pregunte que me pasa y de qué me río.

Tengo miedo. 
Tengo miedo de quererte. Tengo miedo de quererte más. Tengo miedo de quererte tanto que mi corazón no sepa cuando parar. 
Pero en el entretanto, dame un beso, dame un beso de esos que duelen. De esos con los que jamás paramos.

Déjame oler tu cuello en mi mente y soñar luces, soñar de colores como las noches en que me deseas sueños bonitos. Espérame en uno de tus sueños, dame la mano y caminemos por la arena que entra en mis zapatos.

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